Querido Sr. Gordi:
Es un verdadero gusto escribirle por estas épocas de celebración. De corazón le deseo que la pase muy contento al igual que todo el equipo que le acompaña en “Pobre mi Gordo”. La razón de mi carta es para solicitarle consejo, ya que este ha sido un tiempo un poco tenso y cargado de aflicción, que creo debería ser de amor, paz y alegría.
Todo comenzó al iniciar diciembre, justo cuando en mi oficina, comenzaron a organizar el convivio y los famosos “intercambios de regalos”. A lo cual mis compañeros y yo, respondimos de forma regular, aunque siempre con un dejo de incertidumbre, ya que ahora los famosos intercambios ya tienen nuevas reglas.
Con el correr de los días, esta dinámica requería que mantuviéramos un intercambio periódico de regalitos sorpresa con nuestro amigo secreto. Yo no soy tacaño, pero el tema es que como nos pusieron un costo base, el presupuesto se fue por los aires. Que unos nachos, una aguita, un chocolate, suman al presupuesto diario entre 5 y 10 quetzales, a lo que uno dice: “Ok, está bien”, pero cuando uno comienza a hacer las cuentas, al finalizar el mes, ya se fueron unos 100 pesos y si a eso le suma los 100 quetzales de precio base del mero mero regalo, pues ya son 200, o sea, que el regalito se duplicó de precio.
Esto con respecto al costo del regalo, y ni que decirle de las penas que uno pasa al momento de escoger lo que va a regalar, porque por lo general uno no escoge a quien darle regalito, si no, se atiene a la famosa lista de papelitos en donde aparecen al azar los famosos amigos secretos. En mi oficina los compañeros hasta se pelearon, decidiendo lo que le gustaba a tal o cual compañero, porque cada uno tenía una versión diferente de lo que consideraban que le iba a gustar al compañero al que se le iba a hacer el regalo, lo que produjo un incremento en la tensión del ambiente.
A mi me tocó darle regalo a un amigo cuya religión le impedía recibir obsequios normales, es decir, “no alcohol, no armas, no ropa, no vales por películas porno en videoclubs de categoría”, en fin, ¿qué podía yo hacer en un caso como este?. La cosa es que ya cansado de pensar en qué podía yo regalarle a mi amigo del departamento de contabilidad de la empresa, terminé agarrando un billete de 100 quetzales, lo hice sencillo por billetes de menor denominación, y envueltito en un papel de santas y enanos, se lo enrollé y se lo entregué con toda la pena del mundo.
Yo me moría de los nervios al momento del ritual, pero lo bueno fue que el intercambio se hizo cuando todos ya llevaban una buenas copas de por medio. Así que luego de la risas y de que el momento duro pasara, me fui a un rincón tratando de evitar los comentarios de los jueces inquisidores de la oficina y me dispuse a destapar mi regalo, total, yo soy de esas personas que no le ponen mucha atención a ese tipo de detalles y me parece genial cualquier cosa que me regalen de corazón, pero lo que me tomó realmente por sorpresa fue que al destapar mi paquete de papel navideño, la sangre me corrió por todo el cuerpo como en una especie de manantial incansable, pues lo que había dentro de tan mísero papelucho de temporada fue una nota en la que decía: Feliz navidá, Ya convencí a Jorge para que te perdonara los 100 pesos que le debías.
No se Sr. Gordi, ¡la verdad es que no se! Ya no se ni qué pensar de los convivios y de los intercambios de regalo, porque lo ponen a uno en jaque con sus amistades. ¿Qué me aconseja usted al respecto?
Atentamente
Amigo Secreto
Atentamente
Amigo Secreto
Sr. Gordi:
Querido amigo secreto, es un placer para mí y para mi equipo poder ayudar a gentes como usted y otros tantos miles de trabajadores, que se avocan a nuestro equipo en busca de consejo, lo primero que le recomendamos es que no se preocupe, porque al final de cuentas, en estas fiestas lo que uno debe de guardar es la cordura y el dinero del aguinaldo, sobre todo porque en enero vienen las inscripciones, que son mas jodidas que un pinche intercambio de regalos, así que tranquilo.
Aquí le mandamos algunos consejos para el siguiente convivio:
1. Proteja el ambiente. Recicle los regalos que le han dado en otras ocasiones y que no le gusten mucho. Si tiene pañuelos, o quizás tasas con frases como “i love my boss” y ese tipo de baratijas, envuélvalas en otro papel y regálelas.
1. Proteja el ambiente. Recicle los regalos que le han dado en otras ocasiones y que no le gusten mucho. Si tiene pañuelos, o quizás tasas con frases como “i love my boss” y ese tipo de baratijas, envuélvalas en otro papel y regálelas.
2. ¡Alcohol! Las bebidas embriagantes siempre son bien recibidas, incluso para personas que no toman por su religión. Ahora encuentra vinos sin alcohol, horribles, pero con bonito envase, que siempre darán una buena imagen de usted.
3. Pagos mínimos de tarjetas de crédito. Este es el regalo ideal, sin romance ni poesía, pero de muchísima utilidad.
4. Un examen de HIV o pruebas embarazo. Es extraño que la gente subestime este tipo de regalos, pero tenga por seguro que las personas siempre se enternecerán si un amigo se preocupa por ellos.
5. Combos de películas pirata. Son excelentes regalos, ya que su amigo secreto podrá verlos y verlos cuantas veces quiera y siempre le recordará cuando vuelva a ver por décima vez la película del 2012.
6. Y si usted es una de esas personas que saben retirarse a la primera, el consejo del millón de dólares es: ¡Ponga mucha atención! “Trate de solicitar sus vacaciones calculando las fechas de navidad, así se salva de toooodas las invitaciones que le hagan sus compañeros de trabajo.
Querido amigo secreto, esperamos estos consejos le sirvan para el siguiente convivio, eso si, si nos llega la vida, porque ahora con la violencia y la contaminación, conservar la vida durante el día es ya un regalo bastante lujoso.
1 comentario:
jajajajajajajaaj! porqué no leí este espacio antes de dar el regalo a mi amigo secreto!
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